José Manuel Coa Prieto
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En la actualidad lo dicho le gana a lo escrito. Ahora hay más voice que sms, más tutoriales que manuales de uso, más audiolibros que textos y más canciones que poemas escritos. El decir se posiciona cada día más como imagen del individuo.
Cuando la mujer del Cesar dijo “No basta solo con ser, hay que aparentar que se es”, seguramente se refería a que “ser” era un compendio de presencia y discurso (saber que decir) para lograr la verdadera imagen.
La imagen, refiriéndonos a la persona (la imagen personal), es una identidad, un conjunto de códigos que expresan lo que somos, hacemos y representamos. La expresión se manifiesta y es percibida por los sentidos del receptor, quien es agudo y solo percibe lo que le interesa para satisfacer sus necesidades.
Ya no basta solo con verse bien, claro está que la primera impresión es la más importante y en 99 % de los casos esa primera impresión es visual; pero inmediatamente aparece la segunda impresión, la recibida a través de los oídos. Es a través de lo que decimos y cómo lo decimos que llegamos a inmortalizar la primera impresión.
Nos atreveremos a afirmar que la vista te abre la puerta, los oídos te invitan a pasar y luego el olfato y el tacto te invitan a quedarte; el gusto (sentido faltante) se activa en un segundo nivel. Por esta razón es que decimos que la oratoria recupera su papel protagónico en el campo de las relaciones para consolidar todos los propósitos endógenos y/o exógenos.
Ángel Gámez, escritor y conferencista venezolano también CEO de #FundaLíderes nos dice en su libro La Oratoria de los líderes y sus cuatro niveles, que “hablar en público…, se convierte en una vitrina importante para ganar aliados y una excelente oratoria garantizará tener seguidores en cualquier ámbito, sea cual sea el objetivo.”
La tecnología ha permitido la multiplicación a la enésima potencia de los mensajes y de la repercusión del mismo. Un ser humano en el año 2021 está expuesto diez veces más al consumo de información que una persona en el año 2000, y el crecimiento de estos datos son sostenidos. Por esta razón es que debemos saber que decimos en el momento indicado para no pasar desapercibido y quedar en el olvido, a pesar de que nuestra intención sea la de salvar a todo el mundo de COVID-19.
Como podemos ver ya no es suficiente tener el conocimiento y verse bien, ahora hay que darle mucha importancia a la expresión, como decimos lo que queremos decir para influir en alguien (individuo o grupo). Es importante conocer los niveles de la oratoria para saber cómo prepararnos y lograr el éxito.
Vamos a tomar lo expuesto por Ángel Gámez en su libro La Oratoria de los líderes y sus cuatro niveles, para entender esto de la oratoria. El autor nos habla de 4 niveles:
1.- Boca-Oído
2.- Cerebral
3.- Emocional
4.- Espiritual
Con el número uno “Boca-Oído” el escritor manifiesta el aburrimiento del público y la falta de interés en lo que se transmite, no se logra nada en este nivel tanto así que nuestro público no recordará ni siquiera como nos llamamos. En el segundo, denominado “Cerebral” las palabras comienzan a formar imágenes en el cerebro del público porque hay algunos estímulos que permiten sembrar la idea.
Al llegar al nivel denominado “Emocional” el sujeto logra conectarse con el corazón de su oyente o interlocutor generando reacción, aquí ya será recordado. Y por último el conferencista y formador de líderes nos presenta el nivel “Espiritual”, aquí es dónde quien transmite el mensaje se logra quedar en el día a día de sus receptores porque logró el cambio y la evolución.
Te invito que leas el libro completo que forma parte de siete publicaciones de la Serie Líderes, para que fortalezca tu imagen y logres tus objetivos, sobre todo en estos tiempos que debemos hacer mucho por este mundo en post-pandemia. Estamos a tu disposición para ayudarte en fortalecer tu imagen.
Que gran artículo líder…